lunes, 9 de enero de 2012

Me voy corriendo


- Madrugada del domingo: 5.10. Llamada perdida de Amanda. 5.16. Nueva perdida.
Al abrir los ojos a las 7.30 la llamé, preguntándole si estaba bien. "Perfectamente dormida". "Me has llamado por teléfono". "NO". Todavía mi inconsciente no me llama de madrugada. 
- Domingo cuando salgo del trabajo: 18.00. La llamo. Dormida. ¿Nos vemos? Uff, estoy muy cansada...
- Lunes (vuelta a la rutina): 9.33. Mensaje en mi teléfono: "Ánimo con el día". ¿Quién la entiende? ¿Y a mí? A las 14.35. Me llama. "¡Me han contratado!". Ilusión mutua. 19.10. La llamo al llegar a casa. "He quedado en un rato. Iré al centro. Sí, el viernes iré a un concierto...A ver si sacas un tiempo para vernos, muchacha". 
Sé que yo la he dejado y que no tengo derecho a quejarme. Pero en realidad lo tengo. Esto no tiene ni pies ni cabeza. 
Después de la última llamada sólo me apetecía una cosa. Me cambié los botines de tacón por las deportivas. A correr. Y cuando ella venía a mi cabeza, corría más para quedarme sin aliento. 
Una técnica espléndida. Sana en todos los sentidos, sobre todo el mental. Porque no he podido darle más vueltas. Hasta que cayó esta maldita noche y no puedo escapar de nuevo.

domingo, 8 de enero de 2012

Demente


Me duele tanto que me ahogo. No sé si quiero estar días enteros llorando, romper todas las cosas que se crucen en mi camino o ir corriendo y pedirle a Amanda que nos demos otra oportunidad. ¿Sabéis lo único que hago al final? Nada. Estoy asustada: me siento aún peor cuando oigo una canción de esas que hacen los corazones masoquitas como el mío. Intento contener la desesperación. Es patético pero ante la normalidad en la que vive Amanda, sólo siento odio. Sale de fiesta sin parar, queda con uno y otros, ríe, pone mensajes positivos en su facebook... y yo, mientras tanto, intento no gritar, no derrumbarme en cada paso que doy. Cuando no puedo razonar por más tiempo, sólo pienso que necesito follarme a todos los tíos que se crucen en mi camino para mentirme a mí misma pensando que ya no estaré sola, que me sentiré querida. En el fondo lo más repugnante es que quizá sólo quiero hacerle daño, como ella me lo hace a mí siguiendo con su vida adelante. 
Voy a volverme loca. No sabía que esto de dejar de querer a alguien era tan complicado.