domingo, 8 de enero de 2012

Demente


Me duele tanto que me ahogo. No sé si quiero estar días enteros llorando, romper todas las cosas que se crucen en mi camino o ir corriendo y pedirle a Amanda que nos demos otra oportunidad. ¿Sabéis lo único que hago al final? Nada. Estoy asustada: me siento aún peor cuando oigo una canción de esas que hacen los corazones masoquitas como el mío. Intento contener la desesperación. Es patético pero ante la normalidad en la que vive Amanda, sólo siento odio. Sale de fiesta sin parar, queda con uno y otros, ríe, pone mensajes positivos en su facebook... y yo, mientras tanto, intento no gritar, no derrumbarme en cada paso que doy. Cuando no puedo razonar por más tiempo, sólo pienso que necesito follarme a todos los tíos que se crucen en mi camino para mentirme a mí misma pensando que ya no estaré sola, que me sentiré querida. En el fondo lo más repugnante es que quizá sólo quiero hacerle daño, como ella me lo hace a mí siguiendo con su vida adelante. 
Voy a volverme loca. No sabía que esto de dejar de querer a alguien era tan complicado. 

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