miércoles, 21 de septiembre de 2011

Sigue nadando


Supongo que siempre me he sentido un pez pequeño entre tiburones. Mis mejores amigos desde niña fueron todos los libros heredados de mi hermana; ellos me hacían soñar con mil aventuras y con amores mágicos. Era una niña rara, algo tímida, regordeta y buenas notas. Desde otra perspectiva ahora veo que tenía muchas papeletas para sufrir bullying. A ningún niño le gusta estar con otro que es diferente. Paradójicamente el primero que ejerció de abusón conmigo fue Leo. Increíble, pero cierto. Mi mejor amigo era la mente maligna que me perseguía por el patio del recreo haciéndomelas pasar canutas. Aunque sólo verbalmente, nunca hubo sangre. Lo que es la vida...luego se enamoró, como sólo alguien de diez años puede enamorarse, locamente de mí. Y yo se las devolví luego con creces, enamorándome locamente como sólo alguien de doce años puede enamorarse, de otro de esos amigos que luego se pierden por cosas inexplicables, Pablo. 

Pero lo que es de risa es que, años más tarde, en su coche, volviendo de una cena con otros amigos, yo le confesé que estaba con Amanda y él me confesó que una noche de agosto perdió la virginidad con un mulato de manos grandes. Él lo tenía muy claro entonces, yo sólo veía clarososcuros. Con el paso del tiempo, todo sigue igual. Somos más mayores, quizá un poquito menos inocentes, pero en el fondo, seguimos teniendo mucho miedo. 

¿Mi primer día? Extrañamente normal. Incluso he hablado con Carlota. Insustancial e insuficiente, pero hemos pasado de ignorarnos completamente a ignorarnos un poco menos. La presentación se cambió para el jueves, así que sigo dándole vueltas a mi texto. 

Y...bueno, mi cabeza sigue hecha un lío. Hoy estaba con Amanda cuando le dije, medio en serio, medio en broma, que algún día se me cruzarían los cables y me iría con otro. Ella, medio en serio, medio en broma, me respondió: no eres capaz. En ese instante recordé el momento en que Roberto le dice esas mismas palabras a Vera en La piel que habito. Después ella se raja la garganta. 
Mañana he quedado con Mateo para tomar unas tapas por la noche. Estoy autoconvenciéndome que no debo subir a su casa, ni tumbarme en su cama, ni dejar que me acaricie la espalda, ni cerrar los ojos, ni dejarme llevar. 

Supongo que, a pesar de que teóricamente el verano llega a su fin en pocas horas, yo sigo siendo un pez pequeño entre tiburones, en un gran océano, con fuertes corrientes. Y no tengo más remedio, que seguir nadando. 

lunes, 19 de septiembre de 2011

Masoquista

La voz de Buika me relaja en la noche; siento como si desde su boca saliera yo misma. 
Estoy aterrada. El martes (ni te cases ni te embarques) empiezo de nuevo las clases para otra vez toparme con la misma gente, cruzarnos, incluso sonreírnos. Todo es tan teatral, tan falso. Veré a Carlota, aunque ambas fingiremos que no nos hemos visto, al igual que una vez olvidamos intencionalmente que fuimos amigas. Este año no tendré más remedio que quererme más a mí misma, ya que pasaré bastante tiempo en mi única compañía. Gracias querida facultad por separarme de mis compañeras y echarme a las fieras. Sin embargo, estoy lista. Creo que tengo hasta ganas. Masoquista, sí, pero nunca cobarde. 

Esta tarde hablé con Leo. Bueno, para ser sincera, él habló. Se había resfriado, no sabía si la ropa de algodón se puede poner en la secadora, el otro día echó un gran polvo y parece ser que el macho ibérico está triunfando en las tierras del norte. La mayor parte del tiempo trato de convencerme de que esta relación nuestra es normal. Hoy no. Lo querré con todo mi corazón, pero es un jodido egocéntrico.

Mi plan para mañana era maravilloso: comer sushi y hacer el amor. Desgraciadamente, tendrá que esperar; por lo menos hasta la noche. Aún no se lo he dicho a Amanda. El martes (ni te cases ni te embarques) también tengo una presentación de un taller en un colegio. Me muero de los nervios; estoy ilusionada. Y quiero seguir así. Llenándome la cabeza de sueños y proyectos. De todo, menos vacío, por favor. 

sábado, 17 de septiembre de 2011

Inteligencia emocional


Tengo ganas de sacudirme a mí misma para ahuyentar a mis fantasmas. No termino salir de este estado comatoso, aburrido y confuso que me atrapa como si de una red se tratase. Las cosas han ido mejor con Amanda esta semana; me ha dado toda su ternura, me ha ayudado a no sentirme tan sola y perdida. Apenas he tenido noticias de Leo, aparte de sus fotos donde veo que lo pasa muy bien. Tampoco he visto a Mateo aunque tengo el presentimiento de que sin darme cuenta le evito. Me aterra volver a estar en su casa, dejarme llevar por lo bien que me hace sentir y hacer alguna tontería. Y Mónica...se ha ido de vacaciones. Hablamos y lo que saqué en conclusión fue...no lo tengo claro. Aunque sí que sé que dice que se viene de viaje con Amanda y conmigo a Barcelona. Algo que creo que no le encanta precisamente a Amanda. Volvió a sacarme el tema: "¿Por qué no se lo decimos ya?". Aún me maravillo de lo fácilmente que miento: "No confío en ella". Creo que sería más difícil decirle: Cariño, yo te adoro pero tengo un pánico atroz a que no seas la persona con la que quiero compartir toda mi vida. ¿Y qué? No estoy aún segura porque me encanta Mateo, y Sergio, y Rodrigo y... quizá necesito un poco más de tiempo para decidir si estar contigo para siempre o acostarme con todos los tíos que me rondan.
Esto de cargar con tantas medias verdades, con tantas mentiras auténticas y tantas dudas cansa. A veces siento que me va a explotar el corazón, la garganta y la cabeza.
Ya  no sé qué queda de mí.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Elecciones


Tengo muchos defectos pero el que el principal es que siempre escojo mal a mis amigos. Supongo que Leo es el único que se salva aunque sea un obsesivo-compulsivo en cuanto a limpieza de los alimentos, excéntrico a más no poder (sobre todo si abre la ventana del coche cantando ópera a todo volumen) y un rato egocéntrico. Lo sé, suena extraño decirlo todo a la vez, pero hay que conocerle. Yo lo adoro; ahora que se ha ido soy un alma en pena, literalmente. Tengo una foto nuestra de fondo de pantalla y cada vez que enciendo el ordenador se me llenan los ojos de lágrimas. He pasado por alto que yo soy bastante sensible, quizá. 
El caso es que ahora una vocecita me resuena en los oídos diciéndome: "Tu amiga Mónica no me gusta un pelo. Sólo te busca cuando le interesa. ¿O es que no te das cuenta? Tú verás lo que haces...pero si yo fuera tú me buscaría a otra amiga porque...". No, no es mi conciencia la que habla. Es mi madre. Ciertamente si le hiciese caso más a menudo me iría mejor pero hay que reconocer que la mayoría (por no decir todas) de las personas que presento le caen mal. En fin, nadie es perfecto, pero ante sus ojos, todos son demasiado imperfectos. Amanda tampoco le gustó ni un pelo el día que se la presenté aunque en defensa de mi progenitora aclaro y aconsejo: la mejor forma de darte a conocer no es pegando gritos como una hiperactiva. 
Pues debo reconocer que tengo que tener una charla con Mónica acerca de muchas cosas, como la verdad universal de que la amistad es cosa de dos.
Al contrario que el amor. Maldito y extraño amor. ¿Por qué anoche estuve dos horas hablando con Mateo obviando el hecho de que Amanda me estaba llamando? ¿Y por qué el saber que mañana estaré todo el día con ella no me hace tan feliz como antes?
Creo que tengo varias conversaciones pendientes. Y la más importante es conmigo misma. 

sábado, 10 de septiembre de 2011

Carcassonne

Quiero ir a Carcassonne. Ahora mismo cogería el avión. Supongo que me gustaría ir con Amanda. Escucharla hablar me relaja, me hace sentir tranquila. Por eso la quiero tanto; siento que todo va a ir bien si ella está conmigo. Creo que le encantaría venir. Podríamos quedarnos en un sitio donde se viese el castillo mientras desayunamos; incluso podríamos hacer el amor escuchando el río moviéndose en la noche. Puede que entonces, mis dudas se fuesen con la corriente del agua; ojalá lo hiciesen. Me llevaría una libreta vieja para llenarla de palabras y experimentar mi particular catarsis freudiana, con espuma y posesión incluidas. Después volvería a ser yo. El presente no me haría daño. No me daría miedo hablar del futuro. 
Es una pena que la terapia sea tan poco asequible...Carcassonne queda muy lejos. 

viernes, 9 de septiembre de 2011

Volver

Quizá Mateo tenga razón y todo pase por algo, aunque yo no sea capaz de comprenderlo. Sería más fácil tener una mente que funcionase de otra manera, sé que me evitaría dolores de cabeza y, sobre todo, de corazón. Leo se fue el miércoles. El domingo vuelve Amanda. Y yo sigo aquí, habitando un paréntesis con falta de aire. Se me da peligrosamente bien mentir, tanto que a veces yo misma creo mis mentiras. A veces creo mi vida tal y como la cuento: anodina, sencilla. Ojalá ahora pudiera autoconvencerme de que todo va bien. Abrazar lo normal, lo cotidiano. Dentro de una semana volveré a clase, deambularé entre la gente que estudia lo mismo y con la que tengo poco en común. Volverá la rutina. Las asignaturas, los malditos trabajos en grupo, la estupidez general que me da naúseas. Espero volver, encontrarme en algún banco, darme ánimos, echar un vistazo a los cimientos de mi vida y verlos cohesionados. ¿Y si no es así? Aún no tengo el plan B.