sábado, 17 de diciembre de 2011

Visceral


Anoche lloré no sé si de alegría, de remordimiento, de alivio o de horror. Hoy intentando pensar con la cabeza fría he llegado a la conclusión de que no me comprendo aun a riesgo de parecer algo esquizofrénica.
Mateo me abrazó anoche. Empezó a hacerme cosquillas en la espalda. Su barba me hacía cosquillas en el cuello; creo que detectó que es un gran punto débil en mí. Mientras él me hablaba en voz baja hasta paulatinamente sólo dejar hablar al viento, dejé de pensar en Amanda, en todos mis errores, en toda la confusión que embrollaba a mi corazón. Simplemente me concentré en el contacto de la yema de sus dedos. ¿Cómo pasó lo demás? Creo que su dulzura hizo el resto.Y mi deseo de sentirme querida, de creer que podían amarme sin herirme. 
No quise besarle. No sé cómo confesarle que me aterroriza la certeza de que él tarde o temprano volará y mientras él recorre mundo con otra beca, yo me quedaré aquí con mi corazón. Tengo que cuidarle aunque probablemente crear un caparazón tampoco sea la manera.
Me acarició, buscó mi piel. Hubo un segundo en que quise que parara pero en vez de apartarle de mí, me aferraba a su camiseta. 
No hicimos el amor pero él sí me amó a mí. Y tras tener un orgasmo y no pensar en Amanda, lloré mientras él me arropaba intentando tranquilizarme. 
No he dormido nada, pero me siento bien. Se me han pasado las ganas de vomitar y no he vuelto a soltar ni una lágrima. 
Y aunque no me comprenda, sé que tengo que pasar página. Ya no hay vuelta atrás. Somos responsables de nuestros actos y nuestras decisiones; llegó el momento de estar sola.

2 comentarios:

Arwen dijo...

...Tu solo actua sin pensar...pensar demasiado no es bueno, creeme.
La soledad no es mala, mientras sepas controlarla, y eso es dificil, pero si lo consigues, acabara gustandote.

Un besazo muy grande!

Espérame en Siberia dijo...

Más que una decisión, suena a sentencia. Y esas casi nunca nos llevan a un bonito camino.

Mucha luz para ti.